Tienen una imagen pública de persona amistosa,
preocupada por los demás, devotos hombres de su casa. Esto lleva a que vecinos y amigos crean que la esposa exagera cuando informa sobre el abuso físico; los policías pueden ser engañados por el comportamiento de extrema calma demostrado por el agresor. Por el contrario, la esposa suele parecer alterada o histérica, por lo cual se puede pensar erróneamente que ella es la mas agresiva. Esta falsa imagen puede repetirse ante los juzgados, donde el agresor, bien vestido y acompañado por su abogado, parece lograr mayor credibilidad que la esposa maltratada. Esto es aún más notorio cuando los agresores son profesionales, médicos, psicólogos, abogados, ministros y ejecutivos, muy respetados en su trabajo y en la comunidad. . Pocos esposos agresores se describen a sí mismos como hombres que golpean a sus esposas. Generalmente minimizan su violencia: golpear o estrangular a su mujer son actos de defensa propia. La mayoría de ellos oculta esta violencia frente a vecinos, parientes y oficiales de policía. *En general estos hombres culpan a su pareja de su propia violencia: ¨ella me llevó a hacerlo¨, ¨ella me provocó¨. Algunos tienen celos y actitudes posesivas, vigilan obsesivamente a sus esposas, las siguen, interrogan a los hijos, escuchan sus llamadas telefónicas. Los hombres extremadamente posesivos tienen incapacidad para aceptar que la relación ha terminado, y someten a la mujer a un hostigamiento continuo. También manipulan a los hijos, suelen utilizar las visitas para tener acceso a sus esposas, comprometiendo su seguridad. También suelen entrar en controversias sobre los acuerdos de custodia o de régimen de alimentos de los hijos, como táctica para obligar a sus parejas a una reconciliación, o para que retiren los cargos en su contra. *Carecen de motivación interna para buscar asistencia o para cambiar su comportamiento, muchos lo hacen solo cuando compreneden que las relaciones con sus esposas no pueden continuar a menos que asistan a un programa de tratamiento. Para la mayoría de estos hombres el problema no es que ellos sean violentos, sino que sus esposas los han dejado.
ACUDAN AL LUGAR MÁS CERCANO, LLAMEN AL TELEFONO 911
Ó AL QUE ESTÉ DENTRO DE SU JURISDICCIÓN
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